“Es gracias al nacimiento de las nuevas disciplinas como la neuroeducación que se demuestra que el juego es una herramienta muy efectiva y con muchos beneficios en todas las etapas educativas”, analiza Anna Forés Miravalles.
Por la neurociencia sabemos que a la hora de jugar se activan regiones del cerebro que hacen que las personas estén motivadas para seguir aprendiendo, además de focalizar la atención, sin desviar el interés a nada más de lo que se está haciendo.
Juego y aprendizaje van de la mano. El juego es una de las actividades más importantes para el desarrollo saludable de niñas y niños.
A través del juego, los niños y niñas aprenden a forjar vínculos con los demás, y a compartir, negociar y resolver conflictos, además de contribuir a su capacidad de autoafirmación.
El juego tiene un gran poder socializante, ayuda al niño a salir de sí mismo, a respetar las reglas que hacen posible una convivencia pacífica.
El juego sienta las bases para el desarrollo de conocimientos y competencias sociales y emocionales claves.
¡¡Ahora a jugar!!